Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert. Texto fundacional

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  1. Un breve antecedente

Sylvia Marcos, mexicana, y Jean Robert, nacido en Suiza, se conocieron y enamoraron es este país. Así, enamorados, en 1972 arribaron a Cuernavaca, Morelos. Fue en este lugar donde, al ver crecer los sembradíos de las milpas entreverados con las viviendas, Robert se enamoró también, de México. De ahí que, establecieron su residencia de modo permanente en la llamada “ciudad de la eterna primavera”. Tenían un plan al asentarse en la región: conocer y vincularse con el original pensador austriaco Iván Illich quien por aquel tiempo y atraído por el benevolente clima –al que alude el citado refrán atribuido al varón Humboldt durante su estancia en la ciudad– se hallaba también avecindado en la morelense urbe. Sitio donde, además, Illich fundó el CIF y posteriormente el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC).

Una vez establecida la relación con Illich, que a la postre resultó entrañable, el CIDOC se convirtió en el entono de formación de la pareja, pues el permanente diálogo con el maestro, el acceso a la profusa y selecta biblioteca, a documentos de época tales como manuscritos coloniales, códices y crónicas prehispánicos, resultaron ser la fuente nutricia de las ideas de Marcos y Robert, las cuales, entrelazadas a una potente sinestesia de por sí presente en sus sensibilidades, devinieron en la articulación de su propias construcciones teóricas y producción de pensamiento . Al lado de todo ello también estaba la conversación con muchos otros/otras intelectuales provenientes de distintos países alrededor del hemisferio, puesto que el carácter colectivo, dialógico, conversacional, no escolarizado y sí convivencial, era fundante en la argumentación teórica de Illich y, por tanto, experimentada en el CIDOC como camino para la elaboración de las ideas y conocimientos. Fue tal la efervescencia internacional suscitada por el CIDOC en aquellos años (1966-1976), su capacidad de congregar tanto a eruditos como activistas políticos, así como la relevancia de los aportes al mundo intelectual y político reclamante de justicia social que, a la luz del tiempo transcurrido, el joven filósofo Humberto Beck, continuador del pensamiento de Illich y Robert, considera la época, el sitio de reunión, las personas congregadas y la explosión teórica/política/ filosófica, ahí suscitada como la “Escuela de Cuernavaca”. Ello en clara alusión y comparación con la Escuela de Frankfort. Esto es así, además, debido a que la raíz y leitmotiv del pensamiento, resulta ser la crítica aguda al proyecto de la modernidad colonial-industrial-capitalista, al desarrollo que ésta preconiza y a la distopía hoy materializada en una crisis civilizatoria, la cual, en aquel entonces, ya era prefigurada por estos perspicaces pensadores/pensadoras.

De tal modo, Jean Robert retoma los temas sujetos de la crítica de Illich en sus elaboraciones intelectuales. Es decir, los sistemas entre ellos el escolar, médico y transporte que rigen al pensamiento moderno y lo configuran. Además de aplicar tal metodología al análisis de la arquitectura vernácula y el urbanismo sin que la temática de su interés se redujera a los tópicos mencionados, ya que su amplia erudición le permitió incursionar en una amplitud de materias, todas radicales en el entendimiento crítico de la realidad y cuyo objetivo es la obtención de justicia social.

Por su parte, Sylvia Marcos absorbe la metodología y pensamiento crítico illichiano para conformar un importante, original y necesario trabajo intelectual, pionero en México, el relativo a la condición de las mujeres (ella impartió en el CIDOC el primer seminario sobre Mujeres como una de las primeras feministas intelectuales en el país). Además, ha develado la complejidad de las relaciones de género en Mesoamérica y la esperanza que estas encierran para la construcción de una relacionalidad entre hombres y mujeres justa y equilibrada. De ahí que propone “descolonizar el género”. En este mismo sentido esperanzador se encuentra toda su obra, centrada en hacer emerger la episteme y espiritualidades de los pueblos mesoamericanos y la lucha de las mujeres zapatistas, entre otras. Asimismo, fue fundadora junto con Betsie Hollants de Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano para América Latina, A.C. (CIDHAL) en 1974. Su trayectoria como teórica y activista comprometida con los marginados de la sociedad la ha hecho merecedora del Frantz Fanon Lifetime Achievement Award 2024.

  1. La asociación civil Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert: un centro de investigación y documentación para la emancipación

Si bien la “Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert” no pretende ser una reedición del CIDOC ni generar un nuevo centro de documentación, sí es precursora de éste, siendo que, como ya se mencionaba, ambos pensadores articulan su propia producción académica a partir de la elaboración realizada al lado de Illich. Por lo cual, la Casa Estudio es uno más de los hilos de la red de sitios en el mundo –Penn State University (International Journal of Illich Studies), Friburgo, Weisbaden, Bremen, PRATEC en el Perú[1]– que adoptan los presupuestos teóricos illichianos como fundamento potencialmente capaz de continuar articulando pensamiento crítico, contestatario a los axiomas de la modernidad. Así pues, promueve la reflexión, el debate, la construcción de pensamiento con la finalidad, entre otras, de hacer conciencia sobre la radical importancia de asumir un comportamiento ético nacido de “la intolerancia moral al sinsentido”, a las verdades universales que la modernidad capitalista ha posicionado siendo incuestionables. De tal modo, el propósito de nuestra asociación es configurarse en el sitio de elaboración de pensamiento desencadenante de la transformación social. Es decir, nos proponemos que la Casa-Estudio se convierta en un lugar desde el cual se elabore pensamiento provocador de la emergencia de la indignación, la “digna rabia” propuesta por el movimiento zapatistas, como el centro del accionar de las conciencias, detonante de la emancipación de cara al avasallamiento cultural, espiritual, tecnológico, epistémico operado por Occidente sobre los pueblos originarios.  De modo que podamos pensar un paradigma de sociedad otra, una fundada en la justicia social surgida y acompañante “de las luchas de los movimientos sociales”. Así pues, la investigación impulsada habrá de ser militante, insurrecta de cara a los axiomas de la modernidad y a la ciencia positivista, radicalmente desafiante a la producción institucionalizada de los enunciados con los cuales hemos dejado que otros nos gobiernen.

Es importante poner en contexto el antecedente del propio CIDOC, pues ubicarlo, permite, asimismo, posicionar la convicción de Illich en la búsqueda de justicia social brotada por su profunda espiritualidad de arraigo cristiano-católica. Iván Illich fue un Monseñor del Vaticano en la Iglesia Católica, cuya sensibilidad, inteligencia y compromiso evangélico lo llevan a cuestionar el modelo desarrollista impuesto a las sociedades latinoamericanas empobrecidas, explotadas y colonizadas (y con ello, también a tener fuertes desavenencias con el Vaticano y  la consecuente presentación de su renuncia al sacerdocio en 1969). Hacerlo, lo conmina a organizar inicialmente el Centro de Formación Intercultural (CIF, por sus siglas en inglés) el cual se ubicó en el antiguo hotel Chulavista, en el sur de Cuernavaca. La finalidad de este espacio fue la enseñanza del español a sacerdotes, religiosas y misioneros católicos, al igual que establecer un diálogo intercultural que permitiera a los enviados asumir a la otredad subalterizada de América Latina siendo rica en sabidurías, diversa, valiosa y con ello erradicar la idea colonialista de que las personas habitantes de estos territorios eran atrasadas, incultas, supersticiosas y por lo tanto susceptibles de ser educadas, civilizadas, explotadas y colonizadas. Por dicho motivo, el pensamiento y la obra de Illich, el CIF y luego el CIDOC, y ahora la “Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert, A.C.” tiene un vínculo y quizá, incluso, ciertas herencias de cuestionamientos católicos, con clara y definitiva orientación política de izquierda no institucionalizada.

En consecuencia, al igual que en el primigenio sitio de reunión y como una forma de continuidad de la (ahora llamada) Escuela de Cuernavaca, el corazón teórico de los estudios a realizar en la Casa Estudio, es la crítica a los axiomas de la modernidad y a un tiempo, se habrán de explorar, visibilizar y recuperar saberes-otros, aquellos que nos han robado destruyendo nuestras capacidades autónomas e imponiéndonos y haciéndonos dependientes de las heterónomas. Por lo cual, buscamos que las indagaciones y propuestas generadas apoyen a la rearticulación social y comunitaria proveyendo de instrumentos para la transformación y construcción de un mundo-Otro, uno en el que se establezcan condiciones de justicia, seguridad y equidad para las niñas, mujeres y los otros-feminizados: los varones portadores de masculinidades subordinadas, las personas indígenas y sus territorios, el contexto-naturaleza y la vida diversa en él contenida, los condenados de la tierra como los llamaba Frantz Fanon.

 De ahí que, resulta esencial el cuestionamiento de la episteme hegemónica, la positivista, y por ende, la asunción de epistemologías disidentes, muchas de ellas clandestinas siendo relevante la mesoamericana, tal y como lo ha realizado Sylvia Marcos a lo largo de su carrera como investigadora.

Teniendo estos presupuestos como raíz, la Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert, A.C. abre sus puertas para promover e impulsar propuestas de investigación que comparten este posicionamiento crítico y, partiendo de él, acepta y alienta la exploración de una diversidad de hilos temáticos trans y multidisciplinarios. Deseable es, asimismo, que los temas trabajados por Marcos y Robert a lo largo de sus trayectorias sean retomados y continuados desde innovadoras perspectivas. Es decir, los tópicos sobre antipsiquiatría, género, feminismos y Mesoamérica (ya sea articulados entre ellos o separados) por un lado y; urbanismo comunitario, arquitectura vernácula o transporte autónomo, crítica a los sistemas, así como tecnologías alternativas ecológicas y sistemas constructivos que partiendo de saberes autónomos, integren con sinergia positiva y en dosis impregnadas de proporcionalidad y justa medida, tecnologías provenientes del conocimiento heterónomo.

  1. El Doble Legado

El Doble Legado está constituido en primera instancia por el pensamiento, la producción académica, el compromiso social, su activismo en favor de quienes más padecen desventajas estructurales y todo eso que nos dejan a quienes, Sylvia Marcos y Jean Robert, nos han marcado con su vida y obra. Además, esta generosa donación está conformada por los acervos bibliográficos y archivos de ambos investigadores. Y, junto con éstos, se encuentra la casa de Chamilpa por tanto tiempo propiamente el hogar de la pareja, el cual ahora alberga y es la sede principal de la asociación civil“Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert”. El edificio fue construido por el mismo Robert a través de un sistema constructivo basado en elementos estructurales de tierra, piedra y madera. Es decir, la construcción está sustentada en la arquitectura vernácula. Así, lo vemos erguido con gruesos y sólidos muros que sostienen cubiertas abovedadas, ambos, de adobe, ladrillo de barro recocido y calicanto cuyos vanos, sean ventanas o umbrales, deben sus aperturas a la disposición de dinteles de madera, bajo un cinturón o anillo (dala de cerramiento) de concreto armado que funciona de soporte a las bóvedas de tabique de barro cocido, cuyos esfuerzos de tensión son absorbidos con discretos tensores de acero colocados en puntos clave. Una casa cuyas proporciones tanto estructurales y formales (la disposición de los muros de carga y las cubiertas abovedadas) ha demostrado su buen comportamiento antisísmico, así como a esfuerzos por carga vertical y durabilidad. Cabe recordar que el arquitecto Robert, destacaba en sus clases que una de las bondades de los muros de adobe es su plasticidad.

De tal suerte, la antecedente y sucinta descripción del procedimiento constructivo, de los materiales de construcción, así como de la implementación de tecnología alternativa ecológica en el tratamiento de las aguas usadas para el servicio doméstico, expresan la materialización arquitectónica del compromiso ético político de Jean Robert y de la teoría –por él realizada con la influencia del pensamiento de Illich–, llevada a la práctica. Esto es, crear una sinergia positiva, una combinación proporcional de dos conocimientos y tecnologías aparentemente contrapuestos, cuyo fin es buscar la compatibilidad y colaboración entre ellos a fin de potenciarlos. Uno, aquel procedente de los saberes autónomos (los que se rigen por su propia regla), tradicionales o vernáculos, muchas veces milenarios transmitidos de generación en generación y por ello, poseedores de un bagaje ancestral de sabiduría. El segundo, el que se desprende del sistema industrial de la modernidad, de la heteronomía, la regla o ley de los otros.

Dicho entramado de tecnologías aplicadas a la construcción al lado de la propuesta arquitectural, la disposición de los espacios, donde el vínculo con la calle y, por lo tanto, con la comunidad, es esencial, convierten a la edificación en un documento arquitectónico referencial emanado de lo vernáculo, los saberes ancestrales o saberes-otros articuladores de nuestras capacidades autónomas y disímbolos al conocimiento universalista de la modernidad. Así, la materialidad arquitectónica de la Casa-Estudio emerge de las conceptualizaciones realizadas por Jean sobre la anulación de los lugares, ejecutada por la modernidad, para convertirlos en simples espacios vacíos de todo contenido simbólico y anagógico. Esto es, la cancelación más que del ornamento, aun cuando también, de la capacidad de convertir la experiencia humana de habitar en el símbolo mismo, en propiciar y sostener el “arte de habitar”, la antigua cualidad de la arquitectura capaz de unificar el “acá” en el que estamos situados con el “allá”, la otredad que nos integra y se constituye en un nosotros: la comunidad. Y, además, realizar el entrelazamiento con el “más que allá”, lo inefable trascendente, lo sagrado.

En el Doble Legado se incluye, también, un terreno ubicado en el vecino pueblo de Ocotepec, Morelos. El predio cuenta con una superficie de 2 172 m2 y se encuentra inserto dentro del barrio ecológico denominado “Ecotepec,” siendo éste fundado por César Añorve, eterno discípulo, amigo, cómplice de elaboraciones tecnológicas alternativas y por lo tanto continuador de la obra y pensamiento de Jean Robert en esta fase práctica, material y vivencial. Cabe aquí enfatizar: la regla fundamental para edificar y vivir allí es usar sanitario ecológico seco, captar agua de lluvia y tratar las aguas grises en jardineras filtrantes llamadas entramados de raíces.

  1. Ponerse en acción: las actividades propuestas

El edificio, construido como un hogar para él y Sylvia, es muestra de la forma en la cual Jean elaboraba teoría crítica a modo de ser materializada, llevada a la práctica y vivida. De ahí la necesidad de impulsar desde la Casa-Estudio, además de la investigación teórica, también la aplicada. Ésta, especialmente, en materia de sistemas constructivos vernáculos, los eternos referentes de Jean como alternativas a la modernidad y a la destrucción por esta impuesta de nuestras capacidades autónomas. Así como tecnologías apropiadas –las que combinan saberes autónomos con cierta mezcla de los heterónomos– integradoras de las necesidades humanas con el medio ambiente, a incluir en las arquitecturas o en lo urbano, tales como baños secos, humedales, calefactores, hornos, aislación térmica, movilidad.

De tal manera, la Casa-Estudio al conjuntar teoría e intelectualidad con la practicidad de la vida, apertura sus puertas a propósito de sustentar e impulsar actividades académicas, intelectuales, artísticas y culturales, tales como:

  1. Estancias de investigación según los criterios ya señalados en la sección II del presente escrito, donde, no solo se ofrece el aparato técnico, bibliográfico y documental constitutivo de ambos legados y los lugares apropiados para su consulta; sino, además, sitios para el alojamiento en periodos relativamente cortos.
  2. Cátedra Sylvia Marcos. Dedicada al estudio y reflexión de la obra de la autora. Se desea que ésta se configure como fuente de emanación de nuevos temas de investigación.
  3. Cátedra Jean Robert. La cual posee las mismas características y objetivos que la de su par.
  4. Seminarios permanentes y/o temporales impartidos por diversos académicos quienes podrán ofrecer sus cursos de manera abierta a la comunidad.
  5. Conferencias y diplomados.
  6. Otras actividades de difusión y capacitación.Dado el enfoque en la transformación social y su mirada en el aporte a mejorar las condiciones de vida de las personas desposeídas, resultan relevantes los procesos de difusión y capacitación. Los cuales se configuran en dos vertientes, la académica propiamente dicha y la dirigida a los diversos sectores sociales: mujeres, comunidades indígenas, otras periferias sociales como barrios populares y los, desde la hegemonía, llamados asentamientos irregulares. De ahí que se configuran las siguientes esferas de acción:
  1. Ámbito académico. Así nombrado, empero abierto a la comunidad pues el ánimo es inclusivo y sabiendo que el conocimiento no es exclusivo de algunos sectores y personas. La difusión se realizará con la realización de un Coloquio internacional al año, siendo la raíz teórica de las investigaciones a presentar la crítica a los axiomas de la modernidad, conforme se describe en la sección II.La asociación civil Casa Estudio Sylvia Marcos y Jean Robert: un centro de investigación y documentación para la emancipación.
  • Un interés prioritario del doble legado y la Casa-Estudio es la transformación social basada en la reflexión colectiva de las maneras en las cuales la modernidad colonial-patriarcal-capitalista ha generado un sistema ecocida, empobrecido, miserable, machista, basándose en gran medida en anular nuestra agencia y autonomía, insertándonos en una dependencia consumista-mercantilista-individualista y en una espiral de violencia feminicida y criminal. De ahí la importancia de dirigir acciones a los diversos colectivos sociales, mujeres amas de casa, trabajadoras, indígenas, albañiles, habitantes de barrios populares y colectivos diversos. No obstante, así como en los coloquios académicos se abre la participación a las comunidades populares, las actividades en esta esfera también son incluyentes del ámbito académico, de profesores y alumnos universitarios. Actividades propuestas a realizar:
  • Conversatorios reflexivos sobre injusticias de género, enfoques feministas, así como de otras diversas formas de opresión y subordinación padecidas por mujeres y hombres, tales como las concernientes a la raza, pertenencia étnica, clase, acceso a salud, educación.  Importante es incluir reflexiones sobre posibilidades de transformación/emancipación de dichas condiciones.
  • Análisis de la realidad socioeconómica y cultural encaminados a la concienciación y transformación.
  • Cultural y artístico. La Casa-Estudio está abierta a la realización de actividades culturales y artísticas, pues convencidos estamos de la radical importancia de la esfera del arte como una vertiente subversiva de transformación social. Así, podrán realizarse conciertos, lectura de poesía, exposiciones, espectáculos de danza, teatro, performances. Además de contar con una librería y la posibilidad de realizar publicaciones.
  • El terreno en el barrio de Ecotepec y las aguas arquetípicas

Jean Robert llamó a las aguas originarias –a aquellas que no estaban como lo están ahora, marcadas por el desvalor que significa pervertir su otrora profunda esencia de ser dadoras de vida en mercancía y banda transportadora de heces humanas– arquetípicas. Al hacerlo, el arquitecto, urbanista y filósofo nos recuerda el ancestral atributo asignado a ellas por comunidades cuya organización y estado de la consciencia era matriarcal o dual (la conjugación de lo femenino con lo masculino de modo fluido, complementario y equilibrado, propio de culturas como la mesoamericana, según lo ha desvelado Sylvia Marcos en sus investigaciones): su sacralidad en tanto que la vida toda es inmanente a ellas. También, Robert nos recuerda que, más que un elemento aislado, las aguas, en estas comunidades, se concebían siendo encarnadamente parte de una matriz formada por suelo, agua, aire, piedra y luz. El término lingüístico altepetl, el sitio donde los grupos humanos de ascendencia náhuatl arraigaban su habitar, expresa esa unidad pues, traducido al castellano, significa agua-cerro y su simbolismo abarca la idea de ser una “montaña de los mantenimientos”, un “cerro-bodega” de abundancia y un sitio de unión de todos los rumbos y de todos los seres: el lugar propicio para el entrelazamiento de los seres existentes en el mundo. Esto es, una matriz donde confluían todas las manifestaciones de vida, incluyendo la de los seres humanos y los “más que humanos” que la habitaban. Mientras que, el elemento acuoso constitutivo del altepetl, el cual podría ser un manantial, laguna o el meandro de un río, justamente era símbolo de un “útero sagrado”, remembranza de Chicomoztoc, la cueva de los siete compartimentos de donde, según el mito, emanaron las migraciones que poblaron el territorio mesoamericano.

            Jean Robert, rescata las aguas arquetípicas, la matriz suelo-agua-piedra-luz-existencias-otras; es decir, el útero sagrado conformador del altepetl, y recupera la potencia divino-femenina-ancestral en ellas contenida. Lo hace, tal y como es su costumbre, acudiendo a una arqueología filosófica a propósito de colocar el espejo del pasado –y en este caso, un espacio-tiempo mitológico– como referente de honda sabiduría; además sin despegar la mirada del presente, la modernidad industrial, colonial y capitalista, el objeto de su aguda crítica. No conforme con la mera construcción teorética, Jean avanzó en la proposición, invención y puesta en práctica de tecnología apropiada (la que conjunta en una sinergia positiva, proporcional y en justa medida, el saber-hacer vernáculo, autónomo; con su dosis mínima de la tecnología industrial, heterónoma). De ahí que, desde la conceptualización de la matriz o útero sagrado, el terreno ubicado en el antiguo altepetl de Ocotepec, concretamente en el barrio Ecotepec, está destinado al ideal de cuidarla, amarla, protegerla y aprender-enseñar a otras personas a hacerlo, siempre en comunidad. Ello, a través de un amplio programa de capacitación y talleres de aprendizaje en la acción, la creación de grupos de promotores comunitarios capaces de diseñar y construir tecnología alternativa para el cuidado del agua y el suelo, el manejo de desechos, técnicas y procedimientos constructivos y atención de las necesidades vitales humanas resumidas en las siguientes palabras: aprender, comer, sanar y habitar. Así pues, se ofrecen cursos y talleres tanto a personas locales, nacionales como internacionales, sobre la siguiente temática:

  • Sistemas constructivos de tierra y otros provenientes del saber-hacer vernáculo, en sinergia positiva con la tecnología industrial.
  • Tecnologías alternativas para la captación, almacenamiento, ahorro, descontaminación de las aguas.
  • Tecnologías apropiadas para la construcción de sanitarios secos y techos verdes, cocción de alimentos, energía solar, bicibombas
  • Permacultura
  • Cocina prehispánica y/o tradicional
  • Métodos de curación ancestral provenientes de diversas tradiciones

Asimismo, se promueve el lugar para la realización de diversas actividades comunitarias tales como el establecimiento de un tianguis, cuyo fin es que productores de alimentos tradicionales, arte y artesanías de la región muestren sus productos; conciertos, espectáculos artísticos, exposiciones y ferias de libro, entre otras.


[1] Proyecto Andino de Tecnologías Campesina (PRATEC) “es una organización no gubernamental constituida por un núcleo de profesionales dedicados a dinámicas formativas, de investigación, vigorización de la chacra y difusión de la sabiduría de nuestros pueblos andino amazónicos”, acorde a la definición hallada en su propio sitio web, y cuyos fundadores son Grimaldo Rengifo Vásquez, Eduardo Grillo Fernández, Francois Greslou y Marcela Velásquez (https://pratec.org/wpress/comunidad/)

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[1] Texto ideado, repensado, sentido y escrito por Sylvia Marcos, César Añorve Millán y Ma. del Carmen Bustos Garduño.


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